Según una encuesta realizada recientemente por IMEO (Instituto Médico Europeo de la Obesidad) el 68% de los españoles ha seguido algún tipo de dieta, la está haciendo o la piensa hacer este verano.
No obstante, sólo un 11 % admite haber consultado antes de iniciarla a un endocrino o dietista, es decir la mayoría sigue una dieta a libre albedrío.
El trabajo, titulado ‘¿Quién y por qué se pone a dieta en verano?‘, ha desvelado que son las mujeres jóvenes, de entre 17 y 31 años, las que más cuidan su aspecto físico de cara al verano y, especialmente, aquellas que tienen un trabajo estable o fijo a tiempo completo, que son solteras o conviven en pareja y que no tienen hijos a cargo.
Asimismo, según ha señalado la encuesta, los problemas de sobrepeso y obesidad aumentan considerablemente en las mujeres a partir de 46 años de edad. En un 20 % de los casos se observa una falta de tiempo para actividades físicas por dar prioridad a los hijos, la familia y el trabajo.
En el caso de los hombres, se da un perfil parecido: los que son solteros jóvenes o viven en pareja y no tienen hijos a cargo se cuidan más, pero sin llegar a los extremos que son capaces las mujeres, por sentirse presionadas para adelgazar. Eso sí, la motivación de los varones jóvenes varía y, tanto la dieta, como la actividad deportiva están orientadas al deseo de aumentar su atractivo sexual para poder ligar «con más facilidad».
Asimismo, y de forma casi unánime, los participantes opinan que la masificación de las dietas de verano se debe, en gran parte, a la prueba del bañador (un 96%), y al deseo de aumentar el atractivo sexual (un 89%). En cuanto a la actividad física que debería acompañar todo régimen, apenas el 37 % afirma ser constante con el gimnasio, frecuentándolo tres veces a la semana.
Sin embargo, cuando se trata de actividad rutinaria que no se contempla como deporte –caminar hasta el lugar de trabajo, pasear con la familia, ir al mercado de pie o llevar a los niños al colegio–, un 72 % de las personas asegura que reúne más de 5 horas caminando a cabo de la semana.
«Un paseo a buen ritmo, realizado de forma regular, tiene múltiples beneficios que, a la larga, se traducen en más calidad y años de vida. El simple hecho de caminar entre 30 y 60 minutos al día disminuye la incidencia de enfermedades cardiovasculares, la aparición de diabetes u obesidad, que actualmente marcan las principales causas de mortalidad», ha comentado el portavoz de IMEO, Rubén Bravo.
Además, durante el proceso de ejercicio físico descienden los niveles de adrenalina y aumenta la liberación de endorfinas que, a su vez, mejoran el bienestar general de la persona. En el caso de la mujer, debido a los cambios hormonales que se producen en su cuerpo y que provocan hiperglucemia, varices u osteoporosis, el hábito de caminar se ha relacionado con una menor incidencia de osteoporosis, al aumentar la masa ósea.
De hecho, sólo un 24 % de los encuestados reconoce que practicará durante sus vacaciones de verano juegos como tenis, fútbol, baloncesto, bailes, senderismo, deportes acuáticos, o juegos al aire libre con los niños. La gran mayoría, representada por un 79 % define su proyecto vacacional de verano como «más bien sedentario».
«La actividad física es la forma natural que tenemos para combatir la ansiedad, la depresión y el estrés. Cuando el 81 % de los encuestados reconoce que come para reprimir sus estados depresivos o ansiedad, algo habrá que hacer», ha explicado el experto.
Dicho esto, Bravo ha informado de que en los últimos años las mujeres se ponen a dieta en edades más tempranas, por lo que ha avisado de que habituarse al hambre a la larga conlleva riesgo de trastornos de desorden alimentario como son la anorexia, ortorexia, bulimia.
Además, ha concluido, puede también derivar a la obsesión por la extrema delgadez que, en ocasiones, lleva emparejada otras adicciones nocivas para la salud como, por ejemplo, el alcohol, la droga o la dependencia de Internet.