Las uñas tanto de las manos como de los pies están sujetas a diversas agresiones, principalmente debidas a dos factores:
Traumatismos. A saber, golpes y deformaciones, causados bien de forma fortuita o por el mal hábito de morderlas.
Infecciones. Se trata en este caso de patologías ocasionadas por hongos, bacterias, virus o cualquier otro agente patógeno.
Para poder desarrollar adecuadamente tu trabajo como profesional de las uñas deberías saber que:
- Las uñas reflejan enfermedades. Al ser parte de nuestro cuerpo, las uñas pueden manifestar enfermedades de tipo cardiaco, pulmonar o genético. Estos padecimientos se detectan en un desarrollo inadecuado de las mismas.
- Son propensas a infecciones, especialmente las uñas de los pies. Esto debido al calzado, principalmente cerrado que puede favorecer el crecimiento y desarrollo de bacterias u hongos.
- Pueden presentar verrugas. Se trata de un tipo de infección viral que se forma y tiene apariencia de callo. ¡Cuidado porque son contagiosas!
- Las uñas pueden inflamarse. Esto se nota por un mayor engrosamiento debido a alergias por contacto, psoriasis o el liquen plano.
- Reflejan cianosis. Se trata de es una alteración pulmonar que se caracteriza por una coloración azul, consecuencia de la falta de oxígeno.
- Son muy sensitivas. Son de los órganos más sensitivos de nuestro cuerpo y de mayor importancia, principalmente la punta.
- Crecen de forma distinta. Las uñas de las manos crecen de 4 a 5 veces más rápido que las uñas de los pies. Según las estaciones del año, más rápido en la temporada de verano y menos en la temporada de invierno.
- Hay que saber cortarlas. El corte adecuado debe ser cuadrado para evitar lesiones o que las uñas «se encarnen».
Un último consejo:
Cuando las uñas presenten cambios de coloración (amarillentas, marrones o grises), las observes engrosadas o despegadas de la piel o bien opacas, conviene que aconsejes a tu cliente acudir con un especialista, ya que pueden ser indicio de enfermedad grave. Tu cliente te lo agradecerá.
fuente: Info7.mex
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