Cuando el estrés no dura mucho tiempo, te llena de energía y emoción, y te sientes listo para «comerte el mundo». Pero cuando el estrés dura más de lo necesario, te empiezas a cansar de sentirte contínuamente en actitud de batalla y los efectos en tu cuerpo pueden ser muy peligrosos.
“Luchar o huir”, así se llama la reacción más común de nuestro cuerpo frente a una situación estresante. El cuerpo está diseñado para que al percibir una amenaza o un riesgo, se prepare para, literalmente, dar la pelea y alejarse del peligro.
¿Cómo se prepara el cuerpo? El hipotálamo, una pequeña parte de tu cerebro, activa una alarma que combina señales nerviosas y hormonales. Por un lado, los circuitos nerviosos se encargan de aumentar tu sensación de alerta, enfocar tu atención, reducir la sensación de dolor, controlar el hambre, el sueño y hasta los deseos sexuales.
Por otro lado, tus glándulas suprarrenales reciben la orden de liberar hormonas: Cortisol y Adrenalina. El cortisol, que es la hormona del estrés, agudiza tu sistema inmunológico y aumenta la cantidad de combustible en la sangre (carbohidratos, glucosa y grasas) necesario para reaccionar al estrés. La adrenalina aumenta los latidos del corazón, eleva la presión de la sangre y aumenta la producción y utilización de energía.
La reacción del cuerpo al estrés de corto plazo puede ser beneficiosa, ya que mantiene el balance interno o la autorregulación del cuerpo (homeostasis), además de fortalecer el Sistema Nervioso Simpático (SNS). Incluso, se dice que la sensación de estrés puede ser emocionante, por eso hay muchos “fanáticos de la adrenalina”. Esto se debe a que durante este proceso se genera una sensación de bienestar físico al concentrar toda la energía del cuerpo en estar listo para actuar rápidamente.
Por lo general, esta reacción se regula automáticamente. Cuando el cuerpo deja de percibir una amenaza, la alarma se desactiva, el cuerpo se relaja, deja de generar hormonas, tu corazón vuelve a latir normalmente, etc.
Pero cuando tu cuerpo está permanentemente enfrentando situaciones estresantes, la alarma permanece activa y tu cuerpo funciona todo el tiempo en estado de alerta. Imagínatelo: es como si te prepararas para una pelea que nunca sucede. Finalmente tu cuerpo termina acumulando energía y trabajando innecesariamente, y eso hace que te pongas tenso, ansioso o preocupado.
La constante activación nerviosa y la sobreproducción hormonal desgasta y deteriora el cuerpo, y puede generar diferentes problemas de salud como los siguientes:
- Debilitamiento del sistema inmunológico, aumenta tu vulnerabilidad a las infecciones
- Enfermedades cardíacas
- Problemas digestivos
- Problemas para dormir
- Depresión o ansiedad y
- Obesidad
El estrés también puede empeorar otros síntomas y otras enfermedades como el cáncer y la diabetes. Además, puedes hacer que la persona adopte comportamientos compulsivos como el uso de drogas, el exceso de alcohol o el cigarrillo, y que coma más de lo necesario. Estos comportamientos no sólo no te alivian el estrés, sino que además te meten en un círculo vicioso que cuesta mucho trabajo romper.
Por eso, es buena idea buscar ayuda para manejar los niveles de estrés y encontrar un punto medio para que no afecte seriamente tu salud.
Imagen © Thinkstock / Wavebreakmedia Ltd
Fuente: http://www.vidaysalud.com/
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