CÓMO COMBINAR EL PERFUME CON EL CUIDADO DE LA PIEL

 Históricamente, las fragancias eran una forma de rendir culto a distintas deidades, pero sobre todo se utilizaban por sus beneficios terapéuticos. Ya sea el Papiro de Ebers del siglo XV a.C., el Shennong Bencao del siglo V, la Universidad de Montpellier o la Escuela de Salerno, no faltan testimonios del uso de plantas y perfumes con fines profilácticos.

Y, aunque es cierto que estamos lejos de la época de los alquimistas y copistas, no es absurdo abordar el perfume desde un ángulo similar al de la cosmética.

Una de las primeras formas de introducir la fragancia en la dimensión del cuidado de la piel es reconocer que, igual que experimentamos distintos estados de ánimo, las fragancias pueden (y deben) acompañar estas emociones.

A medida que nuestros patrones de consumo evolucionan, cada vez es menos raro encontrar personas que alternan varios perfumes, lo que no es tanto un lujoso capricho como una respuesta completamente natural. Así como nos vestimos o maquillamos según nuestro estado de ánimo o el clima, también es lógico hacer lo mismo con nuestras fragancias.

Cambiar de perfume es, pues, una forma de cambiarnos a nosotros mismos, de cambiar la forma en que nos proyectamos en el mundo y cómo somos recibidos en él. Es una forma subversiva de atreverse a ser diferente, especialmente si usas una marca de perfumes que permita hacer layering para poder personalizar al máximo la fragancia. Las posibilidades son infinitas y libres de riesgos, salvo la posibilidad de descubrirse a uno mismo de otra manera.

El principio de la aromaterapia es muy anterior a nuestra era. Aunque hoy en día es difícil encontrar un boticario que prepare incienso a partir de plantas de su jardín, es fácil conseguir aceites esenciales para difundir en nuestro espacio vital, para mejorar ciertamente el olor ambiental, pero sobre todo para levantarnos el ánimo.
Cabe señalar que la aromaterapia no es magia, se basa en los beneficios comprobados de las moléculas que componen el olor de las plantas que utilizamos, que en ocasiones pueden llegar a cientos (unas 120 moléculas para un aceite esencial de lavanda).

Otra forma de introducir tu fragancia en tu rutina de cuidado de la piel es incorporarla en tu rutina de belleza y autocuidado, a través de geles de ducha perfumados o leches corporales. Según un estudio canadiense publicado en la revista «Social Psychological and Personality Science», la ducha provoca una disminución drástica de los niveles de ansiedad. No es ningún secreto que ducharse al final del día resulta placentero y liberador: eliminar los residuos del cuerpo sugiere una separación psicológica más profunda, según el estudio.

¿Si tu fragancia favorita no cuenta con una crema corporal perfumada? Hazla tú misma añadiendo unas gotas a una crema corporal sin perfume. Así asociarás la liberación de la ducha con un aroma que aprecias, además de perfumar tu piel. Y también la vincularás con un ritual reparador: hidratar y masajear los tejidos.

Una de la marcas de perfume que te permite personalizar al máximo tu fragancia es OLIBANUM.

Las 18 especialísimas fragancias de Olibanum han sido formuladas con la misma estructura olfativa, y se pueden llevar por separado o combinar en infinitas posibilidades.

De esta forma puedes revivir el lúdico arte de la estratificación o layering, es decir la práctica tradicional de Oriente Medio de superponer varios perfumes para crear una estela única y personal que se puede cambiar a voluntad, según el clima, el estado anímico o la actitud que se quiera proyectar.

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Acerca de Agueda Orozco

Profesional con gran experiencia en la edición de revistas profesionales de peluquería y estética, organizadora de certámenes profesionales y creadora del blog Beauty Today.
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